La sistemática bajada de los tipos de interés por parte del BCE, favorecieron el boom del sector inmobiliario en España en los últimos diez años. La necesidad de materiales y equipamiento diverso de la construcción, supuso efecto locomotora para el resto de la industria nacional que trabajó a plena producción para atender la fuerte demanda, con la consiguiente necesidad de mano de obra y la proliferación del efecto inmigratorio. Los niveles de crecimiento alcanzaron el 4%, muy superiores a la media europea y la tasa de desempleo el 8% de la población activa.Con la crisis financiera, auspiciada en gran parte por la ingeniosa ingeniería financiera creada por los gestores de patrimonios y el creciente encarecimiento del precio del petróleo, comenzó el principio del fin. Los tipos de interés han subido, los bancos no prestan su dinero tan fácil y los potenciales compradores de viviendas no están en condiciones de adquirirlas.
La consecuencia ha sido el enorme frenazo que ha experimentado la construcción y el resto de subsectores afines, así como, la caída libre de venta de viviendas y el fuerte aumento del paro. El crecimiento de la economía española en los últimos meses no ha superado el 0,3%, lo que, supone un anticipo a la recesión. El número de personas si trabajo está aumentando todos los meses, inclusive en meses favorables para reducirlos. Se espera que el próximo año se sitúe la tasa de desempleo en el 10,7%. Con estas cifras, los parados españoles duplicarían el número de la media europea.
Experiencias anteriores hacen pensar que la crisis general que se vive actualmente permanecerá con nosotros durante mucho tiempo. Posiblemente, los efectos secundarios de la crisis pueden durar una década. Después de la fase de corrección, la economía española estará en condiciones de aspirar a un crecimiento que girará en torno al 2,5% y una tasa de desempleo del 9,5%.

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