Este mes después del retiro estival y la finalización del
verano, estoy tremendamente disgustado por el lamentable estado de la capital. Por ello, voy
a escribir un monotema sobre la falta de limpieza de la capital, a pesar de estar el último
mes repleto de noticias interesantes como el fallecimiento de personajes ilustres
del mundo empresarial y política, detención del pederasta de Ciudad Líneal, dimisión
del exministro Alberto Ruiz-Gallardón, suspensión cautelar de la consulta catalana por el
Constitucional, etc.
Después del sueño olímpico, el ayuntamiento se ha olvidado
de la limpieza de la ciudad tan necesario para la buena convivencia ciudadana. El
origen del problema puede estar en la privatización de la limpieza viaria que a
finales de 2013 movilizó una huelga en la ciudad. Tras un
acuerdo laboral, las empresas concesionarias acordaron frenar los despidos
pero, todo parece indicar que el número de operarios ha caído en picado. Se ha fomentado
el reciclaje de cartón y vidrio pero sus contenedores se encuentran, con demasiada
frecuencia, atascados de todo tipo de enseres. Una bolsa de basura “perdida” en
la calle, puede estar una semana pendiente de ser retirada por los servicios de
limpieza. De cualquier forma, desde Alvarez del Manzano hemos ido de mal en
peor con este servicio, hasta llegar actualmente a una situación insostenible.
No se ven operarios barriendo y desde luego, es imposible verles sacar la
manguera para baldear las calles. Esta práctica, ha desaparecido de los
quehaceres del servicio de limpieza como el cepillo de raíces. En su lugar, utilizan
esporádicamente el camión con la famosa leyenda de “agua no potable”, los
sopladores de mochila y las barredoras viales.
Estamos respirando auténtico hedor por las aceras, sobre
todo después de algún acontecimiento verbenero como el que recientemente hemos
padecido en mi barrio con “La melonera”. Pero es que además, después de un
largo verano de sequía, están las calles y aceras repletas de churretones de
meadas y vómitos. Los perritos, mejor dicho, los dueños de los perritos también
colaboran para crear un ambiente de lo más desagradable. La limpieza y sobre
todo el baldeo de las calles en esta época del año, resulta fundamental para
mantener un ambiente civilizado, de lo contrario, parece que estamos en el
inmundo.
Lo fácil en este caso es culpar a la emigración, pero
realmente el problema está único y exclusivamente en el ayuntamiento que nos
cobra cuantiosos impuestos y no los utiliza para el objeto, fin y uso que los
recauda. La ciudad, o al menos los barrios populosos, carece de servicio de limpieza
eficaz, no se riegan las calles, no existen campañas de concienciación
ciudadana para mantener limpio el entorno, tienen que poner un límite en el uso
de parques y jardines a los dueños de perros, etc.
Las críticas siempre van al máximo responsable, en este caso
la alcaldesa, que supongo vive en un mundo irreal rodeada de barrenderos en su
lujosa urbanización de Pozuelo de Alarcón. Pero que decir de todos los
tenientes alcaldes y concejales de los distintos distritos de la capital. No tienen
ojos y nariz en la cara, para ver y oler cada día la realidad de una ciudad
degradada y tremendamente guarra y asquerosa que recuerda el inframundo de los
países subdesarrollados.
Madrid está cochambroso y huele a letrina. ¡Qué pena!


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