miércoles, 1 de octubre de 2014

Mi parecer de SEPTIEMBRE 2014.


Este mes después del retiro estival y la finalización del verano, estoy tremendamente disgustado por el lamentable estado de la capital. Por ello, voy a escribir un monotema sobre la falta de limpieza de la capital, a pesar de estar el último mes repleto de noticias interesantes como el fallecimiento de personajes ilustres del mundo empresarial y política, detención del pederasta de Ciudad Líneal, dimisión del exministro Alberto Ruiz-Gallardón, suspensión  cautelar de la consulta catalana por el Constitucional, etc.
 
Después del sueño olímpico, el ayuntamiento se ha olvidado de la limpieza de la ciudad tan necesario para la buena convivencia ciudadana. El origen del problema puede estar en la privatización de la limpieza viaria que a finales de 2013 movilizó una huelga en la ciudad. Tras un acuerdo laboral, las empresas concesionarias acordaron frenar los despidos pero, todo parece indicar que el número de operarios ha caído en picado. Se ha fomentado el reciclaje de cartón y vidrio pero sus contenedores se encuentran, con demasiada frecuencia, atascados de todo tipo de enseres. Una bolsa de basura “perdida” en la calle, puede estar una semana pendiente de ser retirada por los servicios de limpieza. De cualquier forma, desde Alvarez del Manzano hemos ido de mal en peor con este servicio, hasta llegar actualmente a una situación insostenible. No se ven operarios barriendo y desde luego, es imposible verles sacar la manguera para baldear las calles. Esta práctica, ha desaparecido de los quehaceres del servicio de limpieza como el cepillo de raíces. En su lugar, utilizan esporádicamente el camión con la famosa leyenda de “agua no potable”, los sopladores de mochila y las barredoras viales.   
Estamos respirando auténtico hedor por las aceras, sobre todo después de algún acontecimiento verbenero como el que recientemente hemos padecido en mi barrio con “La melonera”. Pero es que además, después de un largo verano de sequía, están las calles y aceras repletas de churretones de meadas y vómitos. Los perritos, mejor dicho, los dueños de los perritos también colaboran para crear un ambiente de lo más desagradable. La limpieza y sobre todo el baldeo de las calles en esta época del año, resulta fundamental para mantener un ambiente civilizado, de lo contrario, parece que estamos en el inmundo.
Lo fácil en este caso es culpar a la emigración, pero realmente el problema está único y exclusivamente en el ayuntamiento que nos cobra cuantiosos impuestos y no los utiliza para el objeto, fin y uso que los recauda. La ciudad, o al menos los barrios populosos, carece de servicio de limpieza eficaz, no se riegan las calles, no existen campañas de concienciación ciudadana para mantener limpio el entorno, tienen que poner un límite en el uso de parques y jardines a los dueños de perros, etc.
Las críticas siempre van al máximo responsable, en este caso la alcaldesa, que supongo vive en un mundo irreal rodeada de barrenderos en su lujosa urbanización de Pozuelo de Alarcón. Pero que decir de todos los tenientes alcaldes y concejales de los distintos distritos de la capital. No tienen ojos y nariz en la cara, para ver y oler cada día la realidad de una ciudad degradada y tremendamente guarra y asquerosa que recuerda el inframundo de los países subdesarrollados.
Madrid está cochambroso y huele a letrina. ¡Qué pena!

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