Marzo 2015 será recordado como un mes trágico por el
atentado terrorista yihadista del domingo
18 de marzo en el museo El Bardo de la capital tunecina, con 22 víctimas
mortales, 21 de ellas turistas extranjeros de viaje en crucero por el
Mediterráneo, así como, por la tragedia aérea en los Alpes franceses del avión
Airbus 320 de la compañía alemana Germanwings, cuyo copiloto Andreas Lubitz el
miércoles 25, supuestamente se
suicidó y arrastró consigo a los otros 149 ocupantes del avión.
Detrás de la matanza de Túnez, está el avance yihadistas o Estado
Islámico que parece que no tiene límite, a pesar de la alianza internacional para
contener su expansión. Son continuas las imágenes de mártires cristianos
vistiendo mono color naranja, similar al de los presos de Guantánamo, que son obligados
a arrodillarse, previsiblemente drogados para ser sumisos y no oponer
resistencia ni gritar, antes de ser decapitados. ¿Hasta cuando vamos a seguir
viendo imágenes tan dantescas de prisioneros ejecutados como borregos degollados
de un tajo en el cuello?
Al final, resulta que el ex-presidente Rodríguez Zapatero
tuvo una buena idea en su nefasto mandato, La Alianza de Civilizaciones.
Tantas veces criticada, por unos y otros, y muy poco respaldada, salvo por Erdogan.
No hubo ningún otro líder importante que apoyara el
proyecto ideado por Zapatero y sacado a la luz en la Asamblea General
de la ONU de
septiembre de 2004. El proyecto quedó como algo fantasioso, inútil y sin apenas
contenido. Sin embargo, podría haber servido para defender la alianza
entre occidente y el mundo árabe y musulmán, con el fin de combatir el terrorismo internacional, pero lamentablemente
como otros muchos organismos dependientes de Naciones Unidas se quedó pronto
sin los suficientes apoyos políticos y por tanto, sin el cometido deseado.
El supuesto descerebrado de Lubitz, no ocasionó
aparentemente ningún tipo de alarma en Lufthansa, a pesar de tener indicios de
sus problemas médicos. Las pesquisas apuntan a que éste ha podido ser el
principal motivo que llevó al copiloto a estrellar voluntariamente el avión en
los Alpes franceses. No se entiende como un hombre puede suicidarse arrastrando
consigo a otras 149 personas. Si la investigación termina por confirmar los hechos,
estamos ante un personaje trágico que no solo ha matado a 149 personas, sino
que ha arruinado la vida a los familiares de todas las víctimas.
La solución contra los pilotos kamikaze no requiere de grandes
inversiones en tecnología punta para incorporar nuevos dispositivos técnicos
adicionales, ni supone la mejora de la naturaleza humana, solamente se tiene
que aplicar de forma escrupulosa el protocolo de seguridad que se utiliza para
mandatarios internacionales y personajes
ilustres. Que en la cabina de pilotos permanezcan constantemente dos
personas, parece una solución fácil y
lógica.

