Mes de insufribles y eternos días
abrasadores y noches tropicales. Así ha sido y seguirá siendo el mes de julio
en Castilla y España. Sin embargo, los espacios del tiempo en las distintas
cadenas de televisión, en ocasiones tienen tendencia a exagerar cuando hablan
de “ola de calor”. Es habitual que en esta época del año las temperaturas se
disparen hasta las máximas del año en la mayoría de lugares de la Península. En
la cuenca del Guadalquivir, lo normal es que la mayoría de los días de julio los
termómetros superen los 35º, pero también suben en otras zonas menos calurosas.
En la actualidad contamos con los
medios necesarios para soportar mucho mejor el calor que nuestros antepasados.
Hogares y puestos de trabajo mejor acondicionados para los rigores del verano,
así como, ropa y calzado más cómodo y perfectamente adaptado para el calor. La alimentación
nos ofrece una mayor diversidad de productos y sobre todo, electrodomésticos para cocinarlos y consérvalos
sin ningún tipo de problema.
Los veranos en otras épocas eran igual
de rigurosos, pero sin embargo un verdadero infierno por las condiciones de
vida, especialmente para los habitantes de las pequeñas poblaciones rurales. En
estos lugares, se carecía de lo más mínimo, agua corriente y a partir de aquí
todo eran penurias. Trabajos excesivamente físicos para la recolección agrícola
del cereal en plena canícula veraniega. Falta de aseo e higiene corporal, unido
a la desnutrición fomentaba infecciones y enfermedades.
En definitiva, en julio es normal que
haga calor y no podemos hablar de “ola de calor”, cuando las temperaturas, aun
siendo altas o incluso muy altas, sean relativamente habituales en el periodo
estival. Por tanto, el pasado mes de julio, no ha
sido muy distinto climatológicamente hablando de como siempre ha sido el verano
en nuestra querida España.

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